27 abril 2014

El arte del Transformismo

Probablemente en teatro, el arte de cambiar de un personaje a otro incluido el vestuario en el menor tiempo posible, nació de la necesidad de los espectáculos ambulantes presentados en las ferias antes del siglo XIX.

En ocasiones, la cantidad de personajes de una obra excedía al número de componentes de la compañía, debido a lo cual, un actor debía representar más de un rol. Esa era la manera como se completaba el elenco.

Hay antecedentes muy antiguos sobre el tema; en un escrito del siglo XIX, se critica a uno de los actores por haberse ocultado en forma burda detrás de una mesa para realizar un cambio de personaje.

Fue sin duda el italiano Leopoldo Frégoli, el que le dio al transformismo una dimensión diferenciada.
El arte ya no solo pasaba por las transformaciones, sino que se potenciaba con la actuación, los cambios de voces, e incluso por el uso de la ventriloquía.

Leopoldo Frégoli
La admiración del público convertía a Frégoli en algo así como un hacedor de milagros, porque pasaba en cuestión de segundos de ser un cardenal sumamente grave y formal con extremado lujo en su vestimenta, para transformarse en una diva de music-hall con traje escotado y sensual, con el humor de una artista de vodevil, y entonando una canción. Súbitamente, y en forma imprevista aparecía un general que estaba en guerra.
Era el italiano un estudioso de los personajes que representaba.

En muchas oportunidades Frégoli visitó Rosario.

En 1902, en el Teatro Olimpo se lo anunciaba como transformista, cantante, ventríloco, músico y prestidigitador. Eran 60 personajes en escena cada noche, que significaban 100 transformaciones, y era acompañado por una orquesta compuesta por 36 profesores.

Representó en nuestra ciudad, entre otros números El Maestro de canto, Camaleonte, La abeja, la comedia en un acto De tiros largos, L’Ape, Notte d’amore, La victoria del general, La Gran Vía, y Paris Concert también llamado Eldorado. Innumerables personajes, pero un solo intérprete.

En 1902, comentaba el periódico local La Capital, “Ningún artista dramático ni lirico ha ganado tanto como él en espacio tan breve; ninguno ha popularizado tanto su nombre, ni ha dado un carácter tan alto de fama al espectáculo.”

En “El Camarero Relámpago”, la escena transcurría en un restaurant, Frégoli en su papel de mozo de café, corría de una parte a otra del escenario, repitiendo continuamente ¡Vengo súbito!, ante el reclame de los clientes. De pronto pasando por detrás de un bastidor, cambiaba la voz y bajo la personalidad de un bohemio cliente, solicitaba ser servido. Apenas el cliente se dirigía a un gabinete interior, el artista reaparecía en el papel de camarero sin interrupciones en la escena, con un vértigo casi imposible de imaginar. Aparecía y desparecía representando distintos caracteres: el mozo, clientes varios, camareras, un cocinero, y hasta un policía.

Recurría a su habilidad de ventríloco para el desfile inacabable de sus notables creaciones.

En “Do – Re – Mi – Fa”, también llamada “El Maestro de Canto”, interactuaban maestro y estudiante en una lección de música, lo que suscitaba en el público un clamoroso entusiasmo.

“Eldorado”, otra rutina, comenzaba con un empresario que no tenía dinero para pagar intérpretes, y continuaba con una cancionista que protestaba contra el incumplimiento de contrato, un barítono, un clown inglés, una soprano, y varios más. Era un desfile de 15 personajes de café concert, que culminaba con las imitaciones de varios músicos famosos entre ellos Verdi, Wagner, Puccini, y Mascagni.

Las transformaciones de Frégoli y su metodos de cambio de vestuario, se pueden apreciar en algunas breves escenas.

Gran Varietá es una película italiana de 1954 que trata sobre espectáculos de variedades. En uno de sus episodios puede verse al actor Alberto Sordi, interpretando a Frégoli, donde tambien aparece uno de los grandes de la escena italiana: Vittorio de Sica.

El trailer de Gran Varietá, muestra lo que era el teatro de variedades en su época de apogeo.

Sobre comienzos de 1900, muchos se preguntaban porque había tan pocos cultores de ese arte. La respuesta era simple: el secreto era conocido solo por muy pocos.
Algunos artistas con poco conocimiento de este tipo de arte, trataban de presentar el acto, pero fracasaban rotundamente, porque demoraban tanto en los cambios, que el público terminaba bostezando mientras esperaba la transformación.

Referido a Argentina, y más específicamente a Rosario, muchos transformistas pasaron por aquí, algunos más renombrados, otros casi desconocidos, pero no significa que menos buenos.

En 1897, un personaje del ambiente circense Don Pablo Raffetto, que era conocido también como el “40 onzas”, en las instalaciones de su circo en Rosario ubicado en lo que hoy es pleno centro – calle Entre Ríos y Santa Fe-, anunciaba la presencia de uno de los tantos imitadores de Frégoli, el barítono José Giunto, quien realizaba una prolongada gira por América del Sur.

El español Rafael Arcos hijo, con una excelente voz de falsete, presentó muchos espectáculos en nuestra ciudad en distintos teatros y durante varios años, no solo en su faz de transformista, sino también como cantante y recitando monólogos. Arcos repetía no solo las rutinas, sino que también copiaba los nombres de los actos de Frégoli, tal el caso de Do Re Mi Fa, o La lección de música, aquel dueto de contralto y bajo con canto simultáneo, o el Camaleonte, y El camarero relámpago.

En el Teatro Olimpo actuó Aldó, otro artista que imitaba a Frégoli con sus duetos para soprano y barítono, escenas de ventriloquía, y repitiendo los mismos nombres de los actos.

Otro transformista, Robert Bertín, interpretaba papeles femeninos a la perfección.

Decía el diario La Capital: “... nada en su fisonomía, ni en su cuerpo, ni en su voz, revelan al hombre. Cambia de vis cómica con una rapidez vertiginosa, y tan pronto es una bellísima joven cuya coqueta sonrisa y su mirada intensa trastorna al espectador, como es una vieja, y no hay duda que es una octogenaria con todos los achaques de la ancianidad. Luego pasa a su rol de transformista hombre, y de aquellas mujeres no queda ni la más ligera señal, ni una reminiscencia de su anterior identidad”.
 
Clotilde Alegría
Las noticias de aquella época llegadas desde Montevideo, también observaban acerca de la curiosidad que provocaba respecto al sexo: varón?, mujer?, ambas cosas a la vez ?.
 
 Sin embargo los que lo conocían y trataban de cerca, no tomaban en serio las sospechas mencionadas. Apuntaban en sus dichos: “nada de hembra, nada de afeminado existe en el sagaz transformista. Todo es obra de su observación, de su estudio de las personalidades humanas".

Bertín, de origen francés, usaba la ventriloquia y era un tirador excelente, habilidad a la cual recurría cuando caracterizaba en forma admirable la tiradora de rifle mejicana Clotilde Alegría.

Por último, no se puede dejar de mencionar a la italiana Fátima Miris, llamada la Reina del transformismo.

Se presentó en Rosario siendo muy joven, con solo 22 años de edad, y actuó en el Teatro Colón ya desaparecido.

En su acto Una festa a Tokio, realizaba 105 transformaciones, y era muy festejada su rutina de La Geisha. Los críticos destacaban su habilidad de caracterización de personajes masculinos, su seguridad y perfección en la imitación de la voz del hombre, al igual que su coquetería en los roles femeninos.

Sumamente culta hablaba varios idiomas, y abandonó su cátedra de matemáticas para dedicarse por completo al arte. Su padre músico y matemático, dirigía la orquesta que la acompañaba en sus presentaciones, y su hermana virtuosa concertista de violín, también formaba parte de las giras.

Fátima actuó en mi ciudad durante muchas temporadas, al igual que Frégoli.

Hoy día, el término transformista se interpreta de otra manera, y en ocasiones, mal usado en mi opinión, se refiere a los artistas que realizan cambio rápido de vestuario.

Aquellos transformistas, exhibían habilidad para el cambio rápido de vestuario (aunque ocultos a la vista del público), pero por sobre todo, su valor agregado consistía en su actuación, sus imitaciones, sus delicadas variaciones y timbres en sus voces, y sus sutilezas en el estudio de la tipología humana.